


Camino de los Artesanos
No era de esperar que me llevara la cima de las Altas Cumbres, al corazón de la sierra. El camino que comienza en Mina Clavero anuncia un rosario de talleres y casas de artesanos que reciben al visitante, les muestran sus productos y, con un poco de suerte, los venden.
Lo que no se anuncia en los carteles es el verdadero viaje que comienza después del último tramo de asfalto. Para quien sabe ver, en esos rincones de las sierras grandes se está librando una batalla contra el tiempo y su velocidad; contra lo pasajero. En los primeros kilómetros, lo urbano va perdiendo presencia y deja lugar al monte cerrado a los costados del camino. A medida que ganamos altura y distancia, los árboles espinosos y enmarañados comienzan a ralearse (quería decir; se esparcen) y el paisaje se vuelve más agreste. El camino se mete de lleno en dirección a la pared de piedra de la Altas Cumbres.
El paisaje a primera vista se vuelve hostil; por lo inmenso, por lo desolado, por la imposibilidad de encontrarle matices, recovecos, a ese escenario enorme. Luego aparecen los primeros puentes, el crece de un arroyo, la vista de una playa cercana. Son particularidades las que acomodan el rumbo e invitan a seguir. A lo largo de ese camino que siempre subo, catorce familias exponen y comercializan en los talleres de sus hogares las artesanías típicas de la región; son tejenderos y alfareros que vierten en sus obras técnicas centenarias que se han ido trasmitiendo de generación en generación.
Cada taller es un viaje diferente. En Huaca, María Ines Papy explica los procesos y los relatos de las tejenderas de las sierras. Mientras ella dice, en sus ojos de braza se lee la pasión por la identidad serrana, por transmitir y multiplicar un saber que es de la tierra y de todos. Pocos en todo la Provincia han luchado como ella para recuperar esa esencia. Le cuento: Los trabajos que realiza son con lana de oveja hilada a mano, teñidos con tintes naturales de las sierras y tejidos con técnicas de telar criollo. De todas maneras, cuando María Inés se lo cuente de nuevo, simule sorpresa, valore y compre.
La cerámica negra es otro de los productos que va a encontrar en la zona. Hay un prócer de la sierra que ha traspasado las fronteras con los objetos que elabora desde su taller con vista a lo agreste y a las Altas Cumbres. Atilio López es la referencia en Córdoba, sus obras se han expuesto en innumerables ámbitos y han servido como regalos protocolares para grandes personalidades. Las grandes vasijas coronadas con iguanas de la zona son para mí una de las piezas más representativas de la provincia que pueden conseguirse.
Siga por el camino; cada vez más alto. Cuando llegue a Villa Benegas, frene (indiscutiblemente frene). El paraje se compone solo de la calle por la que usted viene transitando, que por un momento se oscurece en la sombra de una añosa arboleda. A esa altura, sombra debe leerse casi como un oasis. A un lado de los árboles se encuentra la pintoresca capilla de Villa Benegas. Si tiene suerte, un vecinito del lugar le ofrecerá un dulce casero. Si tiene más suerte, el dulce será de durazno o quizás de zapallo.
A un lado de la Capilla nace una calle apenas marcada. Suba por ella solo 30 metros. En una explanada de cemento, debajo de un paraíso, en dos minutos corren a los perros, cortan salame, pan casero y queso de cabra para improvisar una picada con vista a la inmensidad. Luego de allí, el recorrido sigue en ascenso hasta el filo de la sierra, desde donde puede regresar por asfalto a Mina Clavero. Tenga en cuenta lector, que el Camino de los Artesanos es quizás el que más indaga en la identidad serrana, en la esencia de su cultura. Conmuévase.