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Corazón alegre

by Gastón Castagnet | PH: Banco de Imagen

En los hoteles del Caribe, durante el día se organizan distintas actividades. Cada hotel cuenta con su equipo de animación; si les sigue la corriente, seguro se divertirá.

Clases de baile, yoga, aeróbica, zumba e ingeniosos juegos, son opciones junto a otras actividades acuáticas como snorkel, navegación a vela o un paseo en kayak. Una buena opción, es pasar la tarde en la pileta; ya hizo mar, ahora disfrute un poco de agua dulce. No existe en todo el caribe una piscina rectangular; la afortunada sin forma predomina. Grandes, curvas, celestes, con solárium húmedo, puentes, cascadas, jacuzzis y una infaltable barra de bebidas dentro, para no asomar hombros a la superficie. La tarde pasa divertida. La sonrisa ya no se le borra. Vaya por unos snacks si quiere. Mientras, vayamos rumbeando para la playa, se viene el atardecer.

¡Advertencia! En las siguientes horas corre el riesgo de querer abandonar su actividad de origen y ponerse el barcito en la playa. Vea el sol caer sobre el mar turquesa, puede ponerse filosomántico, suspirar y decir algo como: -«no somos nada». Abrace a su pareja, hijos, amigos y haga las fotos de rigor; tómese una selfie para su perfil, haga muecas, sonría, agarre el sol. Mientras es feliz, la arena irá tomando tonalidades doradas, los celestes del cielo pasan a degradé de grises y justo cuando decide retornar a la habitación, se da con la luna y sus estrellas… Ok, un par de fotos más. Pero la jornada ni en sueños termina ahí. Se abre la noche, el clima es tropical y el corazón está alegre. En el lobby una banda ameniza, se baila merengue y bachata; hay tragos, habanos, charlas y muchos dientes relucientes en rostros bronceados. Tome su aperitivo favorito hasta que sienta ganas de cenar. Gracias a la mágica pulsera, además de beber, Ud. puede comer todo lo que quiera, cuando quiera. Los hoteles tienen servicio las 24 horas; un buffet central para todas las noches y distintos restaurantes temáticos para saborear la gastronomía de otros países. Reserve con tiempo una cita mexicana, luego aventúrese frente al plato gourmet francés, o algo de sushi en el restó japonés. Cada noche tiene su show musical en el anfiteatro. Si no le convence el género, siempre encontrará abierto algún bar con buena música para ir calentando motores, antes de irse a la disco. Luego duerma, que mañana vuelve a arrancar.

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